Lola Mora, Ocaso: 1910 - 1936  
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Tanto 1910 como los dos años siguientes resultaron complicados en materia laboral para Lola Mora, ya que sufrió numerosos inconvenientes para terminar las distintas obras que se le habían encargado, especialmente el Monumento a Avellaneda y el Monumento a la Bandera.

Fotos de Lola Mora
A
ello le debió sumar un juicio contra uno de sus proveedores por incumplimiento del plazo de entrega de una de sus esculturas. Finalmente, y ante la falta de pago por parte de sus contratistas, debió hipotecar su estudio de Via Dogali.

Entre todos estos problemas, la artista volvió a tener momentos de felicidad y reconocimiento con la inauguración del Monumento a Avellaneda. Dicha obra fue inaugurada el 8 de junio de 1913 en una ceremonia presidida por el presidente Roque Sáenz Peña, su vicepresidente Victorino de la Plaza y Julio A. Roca, entre otras destacadas figuras. Aunque ésta sería su última aparición pública de relevancia.

En este sentido, las circunstancias políticas imperantes no favorecieron a la artista. Con la inminente desaparición del orden conservador, los miembros opositores del Congreso demandaron que se retiraran las alegorías y las estatuas que Lola Mora había confeccionado para la fachada y el interior del edificio, lo que consiguieron el año siguiente (1915).  El destino de estas obras fue diverso y en la actualidad se encuentran distribuidas en cinco provincias argentinas.

En el plano personal, hacia 1917 se separó de su marido Luis Hernández Otero, aunque usó la firma "Lola Mora de Hernández" por el resto de su vida. El año siguiente la Municipalidad de Buenos Aires decidió el traslado de La Fuente de las Nereidas al Balneario Sur, lugar que constituiría su emplazamiento final.

Emprendimientos fallidos

Hacia 1920 y alejada de la escultura, Lola Mora decidió experimentar con la tecnología del arte del momento: la cinematografía. A tal efecto, habría comprado al inventor italiano Domingo Ruggiano el sistema de “cinematografía a la luz” para intentar su perfeccionamiento y comercialización. El objetivo del dispositivo era hacer posible la proyección de películas a plena luz del día. Pero el experimento no pasó del ensayo y la iniciativa no fue tomada por las compañías cinematográficas.

En otro orden, el Monumento a la Bandera, su último gran proyecto pendiente, fue rescindido mediante un decreto del presidente radical Marcelo T. de Alvear en 1925, con lo que culminó su etapa de escultora de grandes obras públicas. Ese mismo año decidió embarcarse en otra aventura, la extracción de combustible por destilación de rocas, conocidas como “esquistos bituminosos”.  Para ello se encaminó a las montañas de Salta donde, a partir de 1927 solicitó junto con sus socios Víctor Aráoz y Juan Arrán el cateo de minerales sobre distintas extensiones de la provincia. La artista dedicó varios años y todos sus recursos a este emprendimiento, que resultó totalmente infructuoso y la dejó en una situación económica muy deteriorada.

Concluida esta etapa, Lola Mora retornó a Buenos Aires entre 1932 y 1933.Anecdóticamente, la última obra de Mora se encuentra muy cerca de la tierra que la vio nacer. Se trata de una lápida que realizó en piedra rústica con un sobrerrelieve destinado a la bóveda de Facundo Victoriano Zelarrayán, en el cementerio de la localidad del Tala.

Últimos días

Desde su retorno a Buenos Aires, Dolores Mora vivió junto a sus sobrinas, las hijas de su desaparecida hermana Paula. Su salud se había visto muy resentida: caminaba con dificultad, divagaba y perdía la memoria con frecuencia. Infructuosamente, distintas iniciativas trataron de paliar su situación física y económica.

En 1933 la Sociedad Sarmiento de Tucumán realizó una exposición a benefició y le entregó lo recaudado a través de la sucursal del diario La Gaceta en Buenos Aires. Dos años después el Congreso aprobó una pensión de 200 pesos mensuales para ayudar a aliviar su situación.
El 17 de agosto Lola Mora sufrió un ataque cerebral que la dejó postrada y sin posibilidad de abandonar el lecho, situación que se mantendría casi por un año, hasta el 7 de junio de 1936 a las 13:30, aproximadamente, día en el que falleció. Al día siguiente, sus restos fueron depositados en el cementerio del Oeste, la Chacarita, junto con los de sus hermanas.

En 1977 sus cenizas fueron llevadas para reposar definitivamente en la Casa de la Cultura de Tucumán.
 

Fuentes bibliográficas

Lola Mora. La pasión de la forma. 1ª ed. Buenos Aires. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara. Buenos Aires, Argentina. 2006.
Lola Mora. Una Biografía. Carlos Páez de la Torre (h) y Celia Terán. Planeta. 1997.
 

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